miércoles, 23 de febrero de 2011

In Medias Res

IN MEDIAS RES

El día en que Clara compró el horno semi-industrial se sintió satisfecha y no pudo contener las lágrimas. "Era tan bonito, plateado y grande que no lo podía creer", dice Clara. Este horno le permitiría hacer 27 panes en lugar de los 9 que podía hacer en su horno casero. Podría ahorrar mucho tiempo y dinero.
Pero la historia de Clara comienza mucho antes. A los 13 años llega a Benicasim, proveniente de Cáceres, para trabajar de asesora del hogar. A los 18 años tiene su primer hijo. En el año 1999 conoce a su marido con el que tuvo dos hijos más. Deja de trabajar para cuidar a su familia y se va a vivir a Las Islas de Gran Canaria. Clara  dice que su matrimonio fue difícil. "Las pocas veces que él (su ex marido) tenía trabajo se gastaba el dinero en sus cosas", cuenta Clara. En 2003 decide volver a trabajar.
Entró a trabajar a una panadería primero limpiando y luego haciendo pan. El fin de semana hacía pan en su casa para venderlo. Dado que en su horno sólo cabían 9 panes por vez, Clara debía levantarse a las 4 de la madrugada para alcanzar a tener una cantidad adecuada de pan a las 8 de la mañana. Con ambos trabajos, no conseguía suficiente dinero, lo que no le alcanzaba para comer y para pagar las cuentas.
Pero en el 2004 una estudiante universitaria, Paula, tocó su puerta y le ofreció ayudarla a ganar un dinero extra. El proyecto, patrocinado por la fundación un techo para todos, consistía en una buena capacitación y un crédito para hacer un negocio.
Clara, no estaba muy convencida. No se creía capaz, dado que sólo llegó hasta 3º de ESO. "Pensé que me faltaría tiempo para las clases, trabajar y cuidar a mis hijos", dice Clara. Pero su madre, Ana, la hizo decidirse. Hoy, Ana recuerda haberle dicho que ser independiente económicamente era la única forma de poder separarse del hombre que la golpeaba, así que Clara decidió ir.
Le resultó difícil pagar el primer crédito. Algunas veces no comió para tener dinero para la cuota, pero lo logró y pudo optar a un nuevo crédito. Con éste compró chucherías y helados que vendía desde su ventana. Con parte de las ganancias y un tercer crédito pudo comprarse un horno semi-industrial, que le permitió hacer más pan en menos tiempo. Gracias a esto, en 2005 pudo dejar su trabajo.
Hoy, separada hace tres años, mantiene a sus tres hijos con los cerca de 1.500€  mensuales que gana con las ventas de la completa mini tienda que instaló en su casa y  con la que ayuda al campamento y a parte de los alrededores. Además, pudo abrir una libreta de ahorro en la que lleva mucho dinero, que le servirán para cumplir su sueño: Vivir en las vegas.

Att: Andrea Molina

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